miércoles, 31 de octubre de 2012

Rehabilitación Inteligente

Rehabilitación inteligente

Asistimos en los últimos años a una revalorización del sistema de vida propio del entorno rural. Esto se ha debido a la unión de muchos factores: la búsqueda cada vez más generalizada de una mayor calidad de vida, los avances tecnológicos que facilitan el teletrabajo y los cambios experimentados en el mundo rural y el hecho de que están quedando en desuso muchas de las antiguas edificaciones con usos propios agrícolas o agrarios (molinos, pajares, cuadras, graneros…).
Convertir una de estas construcciones  en una vivienda o rehabilitar una casa de campo ya existente para dotarla de las comodidades necesarias no es tarea fácil, pero los resultados obtenidos bien merecen el esfuerzo.
Existen múltiples soluciones técnicas, sencillas y económicas para la adaptación de la vivienda tradicional a las actuales necesidades de confort, habitabilidad y estética, que además  permiten modernizar la casa tradicional sin perder su carácter.
Es importante, antes de decidirnos por una rehabilitación revisar los siguientes factores:
-Estudiar la tipología de cada construcción, valorando las posibilidades que ofrece. Los huecos que tiene, si se pueden abrir más, la altura, si son espacios diáfanos…
- Consultar la normativa vigente sobre la protección del patrimonio arquitectónico.
Antes de comenzar el proyecto de reforma o incluso antes de la adquisición, hay que informarse de la normativa de cada ayuntamiento en lo que respecta a la preservación de la arquitectura tradicional, pues aunque suelen limitarse a fijar la altura máxima y los materiales que se permiten emplear, hay algunas mucho más restrictivas, cuyo contenido puede entrar en conflicto directo con la actuación que pretendamos llevar a cabo.
-Hacer un estudio previo de los puntos que más pueden encarecer la rehabilitación.
En la rehabilitación de cualquier edificio rural, hay una serie de puntos básicos que hay que revisar, y lo normal es tener que actuar sobre alguno de ellos si no en todos, pero merece la pena, al menos, saberlo por adelantado:
- Revisar la cubierta para detectar posibles filtraciones; si las hubiera habrá que levantarla para colocar tela asfáltica o placa ondulada bajo teja.
- Cambiar las vigas dañadas por la humedad o la carcoma, y limpiar las que vayamos a conservar. Para esto último es muy adecuada la técnica del chorro de arena.
- Impermeabilizar el suelo si se detectan humedades provenientes del mismo, con una capa de grava y otra de impermeabilizante, y asegurar la estanqueidad de las paredes.
- Asegurarse del correcto estado de los muros y consolidarlos en caso necesario.
- Resolver el aislamiento térmico, garantizando el confort de la vivienda. El aislamiento del tejado y de la cara interior de los muros es conveniente en climas muy fríos, pudiéndose optar por materiales ecológicos como los paneles de corcho o celulosa, por ejemplo, o por soluciones prefabricadas como el panel sándwich que ofrece, en un mismo producto, aislamiento térmico, impermeabilización y superficie acabada (madera, aglomerado o yeso para pintar).
 
 -Contratar a una empresa especializada en rehabilitación.
O como mínimo a contratistas de la zona con unas buenas referencias, pues en cualquiera de los dos casos, son profesionales acostumbrados a resolver los problemas con los que nos podemos encontrar y que podrán recomendarnos también artesanos para restaurar o copiar determinados elementos originales que nos interese conservar, manteniendo así el espíritu de la edificación original.
Fuente: casasrestauradas.com